El sentimiento de soledad en tiempos de Navidad

Todos sabemos que se aproxima la Navidad, esa fecha tan señalada y que difícilmente pasa desapercibida.

En general, se considera que la Navidad debe ser un motivo de alegría y celebración con amigos y familiares, pero la realidad, es que no todas las personas viven la Navidad de la misma manera, no todas las personas se sienten acompañadas en esas fechas y no para todo el mundo supone un motivo de alegría y celebración.

A veces la Navidad, puede suponer que aparezca con mayor intensidad una sensación de soledad y vacío, qué es importante considerar y tener en cuenta para analizar su origen y abordarlo en caso de que sea necesario. Sentirse sólo, no es algo que dependa siempre de la ausencia de personas físicas a nuestro alrededor. Es por eso que esta vez, queremos dedicar este espacio a conocer un poquito más sobre este sentimiento, sus tipos, y cómo identificarla y abordarla según las necesidades de cada uno.

“Sólo se puede ser uno mismo mientras se está solo: quien, por tanto, no ama la soledad tampoco ama la libertad; pues únicamente si se está solo se es libre”

Arthur Schopenhauer

Empezaremos por definir ¿Qué es la soledad?

Pues bien, se trata de la diferencia que existe entre el nivel de contacto social logrado y el deseado. Todo esto puede generar sentimientos de aislamiento, desamparo, angustia o malestar, independientemente de si la persona se encuentra acompañada o no.

Debemos hacer hincapié en diferenciar la soledad del aislamiento social, ya que en el segundo existe una intención de no mantener contacto social alguno.

¿De qué depende este sentimiento de soledad? Al fin y al cabo, somos seres sociales por naturaleza y nuestra tendencia es la de establecer relaciones y vínculos entre nuestros iguales. Cuando esto no sucede, puede suponer que áreas como la de la habilidad social o la afectiva estén dañadas.

¿De qué dependerá nuestra forma de interactuar? De nuestra historia de vida y los diferentes contextos donde se desarrolla, de nuestras creencias y valores, de nuestras experiencias pasadas. Podemos diferenciar los siguientes tipos de soledad:

  • La soledad social: Ocurre cuando el individuo no tiene una red de relaciones sociales de la que sentirse perteneciente y con la que compartir intereses y gustos. Existe una motivación por establecer nuevos vínculos, pero se junta a la vez con esa dificultad a la hora de desarrollarlos que, como consecuencia, puede generar miedos e inseguridades a la hora de acudir a compromisos sociales o contextos en los que haya que relacionarse con personas como trabajar en equipo. La soledad emocional: Surge de la proyección en otros de un gran apego y expectativas que puede conllevar a ese sentimiento de vacío en las relaciones.
  • Se puede experimentar soledad por la ausencia física de la persona o teniendo a esa persona cerca: es el sentimiento de estar acompañado, pero sentirse solo. Puede ocurrir que lleves varios años con tu pareja, pero no encontrar ese apoyo o ese soporte que tanto necesitas, sentir falta de compromiso; e incluso sentirte así en tu núcleo familiar, situaciones donde uno no se siente valorado o validado entre los miembros de su familia y le invade de nuevo ese sentimiento de soledad y vacío.
  • La soledad existencial: Se trata de un sentimiento de vacío, de casi frustración e incomprensión que viene ligado a esas creencias y valores impuestos a veces por la sociedad, otras por nuestros seres queridos que nos hacen tener la sensación de no ser libres de elegir quién queremos ser y como queremos pensar. Ahí es cuando llega esta soledad de tipo existencial que nos confronta con nosotros mismo y nos hace dudar del porque y el para qué somos o pensamos de la manera en que lo hacemos y si es realmente el guion que queremos seguir.
  • La soledad positiva: Se trata de un tipo de soledad donde no hay sentimiento de carencia o ausencia de algo o alguien. Es una soledad elegida de forma voluntaria por el sujeto para disfrutar de sí mismo. Este tipo de soledad trae consigo beneficios como la recuperación de energía, la conexión con tus emociones, el desarrollo de la independencia y un mayor disfrute y valor de las relaciones sociales.

Es una manera de practicar el autoconocimiento, para aumentar la seguridad y la autoestima en uno mismo y para establecer relaciones sanas, fuertes y duraderas.

  • La soledad transitoria: Es la soledad que ocurre tras algún acontecimiento como el fin de una relación, cuando dejamos atrás un pasado, cuando cambiamos cosas de nuestra vida como el trabajo, o el país donde vivimos. Es de naturaleza temporal y es importante vigilar que no se cronifique a través del desarrollo personal, el establecimiento de relaciones interpersonales y el descubrimiento de nuevas o viejas aficiones que motiven a la persona y eleven su estado de ánimo.
  • La soledad crónica: No depende de un contexto ni situación, suele ocurrir cuando existe incapacidad para conectar con otras personas y forjar vínculos y suele ir ligada a sensación de cansancio o fatiga. Es conocida también como el “síndrome de la soledad crónica” y las personas que lo sufren suelen elegir el aislamiento como forma de escape, ya que dejan de sentirse cómodas en situaciones sociales.

¿Cómo podemos combatir la soledad?

  • Lo primero es reconocer y tomar conciencia de cual es el tipo de soledad que estamos viviendo para poder actuar en consecuencia y establecer unas metas que nos ayudarán a mejorar nuestro bienestar. Algunas preguntas que podemos hacernos a nosotros mismos son ¿Qué es lo que me gustaría cambiar? ¿Cómo me gustaría sentirme? ¿Cuánto espacio hay ente como me siento en el momento actual y como me quiero sentir?
  • Es importante establecer relaciones sociales más profundas y elegir bien que tipo de personas son las que queremos que formen parte de nuestra vida. Hay que prestar atención y saber elegir a esas personas vitamina que mejoran considerablemente nuestro día a día y nos aportan cariño, comprensión, diversión, etc.
  • Huir de aquellas personas que nos hagan sentirnos mal, ya sea con el entorno, con ellos o con nosotros mismos, ya que ese tipo de personas son todo lo contrario a las personas vitamina, nos aportan malas sensaciones y experiencias desagradables.
  • Tener una actitud abierta y positiva a la hora de relacionarse, usar el lenguaje verbal y el no verbal, para mostrar interés y acercamiento: un tono de voz cálido, una mano en el hombro o un abrazo, son signos de apertura y cercanía.
  • Aprender a expresar nuestros sentimientos para hacer partícipes a aquellas personas que queremos incluir en nuestra vida sobre cómo nos sentimos o que nos gustaría hacer.
  • Mejorar nuestra autoestima; a veces la soledad viene también acompañada de un nivel de autoestima muy bajo en la persona que facilitaran el establecimiento de relaciones insatisfactorias o por el contrario el pensar en profundizar en las relaciones generará miedos e inseguridades.
  • No caer en reforzadores instantáneos o en maneras desadaptativas y disfuncionales de combatir la soledad como el exceso de trabajo, el alcohol, las drogas, relaciones dependientes que pueden provocar la evitación del problema y la no confrontación de la realidad.