¿Qué es la salud mental?
La salud mental hace referencia al bienestar emocional, psicológico y social de una persona y afecta a la manera en que pensamos, sentimos y actuamos. Una buena salud mental nos permite llevar una vida equilibrada y enfrentarnos a los retos del día a día de forma funcional y adaptativa. Implica tener una buena relación con uno mismo y con los demás, afrontar los problemas de forma funcional y tomar decisiones que favorezcan el bienestar. Cuidar la salud mental es esencial para el desarrollo integral de cualquier persona.
¿Cómo me hablo?
El diálogo interno es esa “voz” que escuchamos en nuestra cabeza y que nos habla todo el tiempo. Este diálogo puede ser tanto positivo como negativo. A veces nos anima, a veces nos ayuda a pensar o recordar cosas y a veces nos hace sentir inseguros.
Cuando tenemos un diálogo interno positivo y constructivo, nos sentimos más seguros y con más energía para intentar cosas nuevas, enfrentarnos a desafíos y afrontar problemas. Cuando nuestro diálogo interno es negativo o autocrítico, nos sentimos más desanimados y preocupados, puede afectar a nuestra autoestima, generarnos ansiedad o limitarnos.
Este conjunto de pensamientos, creencias, juicios y reflexiones influyen en cómo nos sentimos y nos comportamos.
Nuestros pensamientos, emociones y conductas están interrelacionados y se influyen entre sí.
- Pensamientos: Interpretaciones o creencias que tenemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo.
- Emociones: Respuesta afectiva automática ante situaciones o pensamientos específicos. Reacciones ante estímulos tanto internos como externos.
- Conducta: Acciones o reacciones que ponemos en marcha en función de nuestros pensamientos y emociones.
Cada uno de los componentes que hemos mencionado puede generar y reforzar a los otros dos generando un ciclo.
Por ejemplo: Voy por la calle veo un perro y siento miedo (emoción) → “Madre mia, ese perro me va a atacar” (pensamiento) → Salgo corriendo (conducta).
La clave es ser consciente de que si uno de los elementos del triángulo cambia, pueden modificarse los otros dos.
¿Qué son los sesgos cognitivos?
Los sesgos cognitivos son atajos mentales automáticos, pequeños errores de nuestro pensamiento, que influyen en nuestra percepción e interpretación y en nuestra toma de decisiones.
Estos sesgos cognitivos pueden afectar la forma en que procesamos la información, recordamos eventos pasados y evaluamos situaciones presentes. Estos sesgos están influenciados por nuestras emociones, nuestras creencias y nuestras experiencias previas y pueden llevarnos a interpretar la realidad de manera distorsionada. A veces, nos llevan a conclusiones incorrectas o nos hacen caer en patrones de pensamiento limitados. Comprender los sesgos cognitivos y su impacto en nuestras vidas es fundamental para tomar decisiones más objetivas y racionales.
Algunos ejemplos comunes de sesgos cognitivos:
- Catastrofismo: Exagerar las consecuencias negativas de un evento específico, esperando lo peor y exagerando los posibles aspectos negativos de una situación, basándose más en el miedo que en una evaluación realista.
- Razonamiento emocional: Dar por hecho que algo es cierto debido a cómo nos hace sentir. Tomar las propias emociones como prueba de verdades absolutas.
- Abstracción selectiva: Centrarse únicamente en un aspecto negativo o específico de una situación, ignorando otras partes más realistas o positivas. En lugar de ver la situación en su totalidad, se selecciona un detalle particular y se sobrevalora.
- Personalización: Asumir que algo negativo está relacionado con uno mismo cuando podrían existir otras razones para explicarlo. Atribuirse hechos y fenómenos externos que no tienen que ver con uno mismo.
- Sesgo de confirmación: Tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirme nuestras creencias, ignorando cualquier evidencia que lo contradiga.
- Pensamiento todo o nada (pensamiento dicotómico): Ver las situaciones o eventos en términos extremos, sin tener en cuenta matices intermedios.
- Lectura de mente: Creer que sabemos lo que otras personas están pensando, sin tener evidencia directa de ello.