La fasciopatía plantar, comúnmente conocida como “fascitis plantar”, es una de las causas más comunes de dolor en el talón. En consulta muchas personas lo describen como un dolor punzante, sobre todo al dar los primeros pasos por la mañana o después de estar mucho tiempo de pie (puede que te suene).
La mayoría de los casos mejoran con tratamientos sencillos: estiramientos, cambios de calzado, fisioterapia o plantillas. Pero cuando el dolor persiste, una de las opciones que se puede valorar son las infiltraciones.
Pero… ¿Qué son?
Las infiltraciones consisten en aplicar una sustancia directamente en la zona afectada para aliviar el dolor y ayudar a la recuperación. Existen diferentes tipos, y cada una actúa de manera distinta. Hoy os traemos las que más se utilizan en clínica:
1. Corticoides: ¿Realmente antiinflamatorios?
Durante muchos años se han utilizado pensando en su efecto antiinflamatorio. Sin embargo, hoy sabemos que la fasciopatía plantar no es un proceso inflamatorio clásico, sino más bien un problema de degeneración y sobrecarga del tejido.
- Qué hacen los corticoides: reducen la irritación local y, sobre todo, modulan la percepción del dolor. Es decir, no “curan” la fascia, pero sí pueden dar un alivio rápido en fases agudas.
- Ventajas: efecto rápido, útil si el dolor limita mucho la actividad.
- Inconvenientes: alivio temporal; si se usan repetidamente pueden debilitar la fascia y aumentar el riesgo de rotura.
En resumen: no son una cura definitiva, pero pueden ser un “respiro” en casos seleccionados.
2. Plasma rico en plaquetas (PRP)
Se obtiene de la propia sangre del paciente, esta sangre se centrifuga y de ello se extrae el plasma rico en plaquetas que es lo que infiltraremos.
- Qué hace: estimula la regeneración y reparación del tejido gracias a los factores de crecimiento.
- Ventajas: Al tratarse de un tratamiento biológico procedente de uno mismo no tiene riesgo de rechazo.
- Inconvenientes: los resultados pueden variar; la investigación aún no es concluyente.
Puede ser una buena opción en fasciopatías crónicas que no mejoran con otras medidas.
3. Ácido hialurónico
Más conocido por su uso en articulaciones y estética, pero también útil en el pie.
- Qué hace: mejora la elasticidad y la lubricación del tejido.
- Ventajas: puede reducir dolor y mejorar la función sin los riesgos de los corticoides.
- Inconvenientes: aún hay pocos estudios, aunque los resultados son prometedores.
Una opción emergente que puede complementar la fisioterapia.
4. Otras opciones en estudio
- Colágeno: busca reforzar la estructura del tejido.
- Toxina botulínica: ayuda a relajar la musculatura y disminuir la tensión.
- Proloterapia: inyecciones que “estimulan” la reparación, aunque con evidencia limitada.
¡En conclusión!
Las infiltraciones pueden ser un apoyo muy útil cuando el dolor no mejora con lo habitual. Lo más importante es que se valoren de forma individualizada, porque cada paciente y cada fascia son diferentes.
Y nunca debemos olvidar que lo mejor es combinarlas con un plan completo: estiramientos, calzado adecuado, control de la carga y ejercicio guiado. Así se consigue no solo aliviar el dolor, sino también prevenir recaídas.