Reflejos Primitivos
Los reflejos primitivos son respuestas automáticas e involuntarias que los bebés presentan al nacer. Son fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso y el desarrollo motor. A medida que los niños crecen, desaparecen, siendo reemplazados por movimientos más voluntarios y controlados.
- Reflejo de extensor cruzado
- Reflejo de flexión plantar
- Reflejo de marcha automática
- Reflejo de Moro (Reflejo de sobresalto)
- Reflejo de búsqueda (o reflejo de rooting)
- Reflejo de Galant
- Reflejo tónico del cuello
- Reflejo de Babinski
Motricidad fina
El desarrollo de motricidad fina ayuda a desarrollar el control de los movimientos pequeños, como los de las manos y los dedos, comer o dibujar.
Motricidad gruesa
El desarrollo de motricidad gruesa ayuda al desarrollo de los movimientos grandes del cuerpo, como caminar, correr, saltar o rodar.
Tono muscular
El tono muscular se refiere a la tensión o la resistencia pasiva de un músculo cuando no está en contracción voluntaria. Este tono influye en la postura, el control motor, y la capacidad de realizar movimientos coordinados y precisos.
Equilibrio y coordinación
El equilibrio y coordinación fundamental para su motricidad. A medida que avanzan, actividades como gatear, correr y saltar ayudan a coordinar los movimientos de su cuerpo y a mejorar la percepción espacial. Este proceso les permite ganar confianza y autonomía en sus movimientos.
Desarrollo sensorial
El desarrollo sensorial se enfoca en cómo los sentidos influyen en el equilibrio, la coordinación y la locomoción. Desde el nacimiento, usan el sentido del tacto para explorar el entorno. La vista y el oído juegan un papel crucial en el control de la marcha, ya que permiten al niño equilibrarse, orientar su cuerpo y reaccionar a los estímulos del entorno (como obstáculos o sonidos). A medida que el niño crece, la integración de estos sentidos mejora, permitiéndole realizar movimientos más coordinados y controlar su marcha con mayor estabilidad.
Fases de la marcha
- Primer mes:
Es capaz de hacer una leve extensión de tórax y de girar y elevar la cabeza. No hay lordosis cervical. Hace sonidos y mira fijamente.
- Segundo mes:
Levanta la cabeza casi 45º cuando está boca abajo. Visualmente búsquedas de sonidos. Sonrisa social demostrado en respuesta a diversos estímulos.
- Tercer/cuarto mes:
Se empieza a formar la lordosis cervical, tiene mayor control de la cabeza.
- Sexto mes:
Empieza la fase de volteo, que le permite ponerse en decubito prono/supino, que favorece el control del cuerpo y del equilibrio.
- Séptimo mes:
Ha adquirido el volteo, tiene un control espacial y empieza a sentarse sin ningún tipo de apoyo. Con ello, cambian su perspectiva del mundo. Más control del cuerpo, más equilibrio y las posibilidades de manipular objetos se multiplican.
- Gateo:
Es la posición cuadrúpeda básica y clásica en la que se produce la translación con movimiento armónico de las extremidades. Se produce la flexoextensión de cadera. Su principio oscila entre los 8/10 meses. Ayuda mucho al desarrollo de la motricidad del niño.
Hay dos tipos:
- Gateo atípico.
- Gateo típico/cuadrúpedo.
- Marcha:
Se disminuye la base de sustentación, aunque se amplía el apoyo de pie a pie (separación de los pies). La marcha tiene su comienzo aproximadamente a los 12 meses. Cuando supera los 18 meses hay que estar alerta ya que puede existir alguna patología. Hay una ligera diferencia entre niños y niñas, ellas empiezan un poco antes.
Calzado infantil
El calzado infantil, tanto en patologías como en situaciones normales, puede afectar al pie de diversas formas en función de sus características. Es importante conocer qué características tener en cuenta a la hora de comprar el calzado más adecuado para nuestros peques.
En cuanto a las patologías, algunas afecciones que pueden verse afectadas por un calzado inadecuado son las siguientes:
- Pie plano.
- Pie equino.
- Deformidades digitales.
El calzado infantil debe adaptarse a todas las etapas del crecimiento del niño, desde que empieza a caminar, para favorecer la correcta evolución de su sistema músculo-esquelético. Hasta los seis meses, no necesitan llevar zapatos; los calcetines y prendas similares son suficientes para abrigar sus pies como una segunda piel. Entre los seis meses y los tres o cuatro años, la flexibilidad de un calzado respetuoso es fundamental. A partir de esa edad, las suelas pueden ser algo más gruesas y el contrafuerte puede tener cierta firmeza, pero los zapatos deben seguir siendo flexibles.
Es importante tener en cuenta las necesidades individuales de cada niño, como el tipo de pie, la pisada, las actividades que realiza y su comodidad a la hora de calzarse.